miércoles, 18 de enero de 2012

Las energías curativas del agua

Las energías curativa

El agua es un espejo de la sociedad, refleja todo lo que ponemos en ella. En este momento, el agua de Gaia refleja muchas veces una sociedad enferma, contaminada y degradada por nuestras acciones.



Cuando los astronautas contemplaron por primera vez nuestro acuoso planeta desde el espacio, vieron una esfera cubierta de vapor de agua en cambio permanente. Si amplías suficientemente una gota de agua podrás ver esos mismos cambios actuando dentro de ella. No podemos comprender el flujo de un arroyo mirando de manera aislada cada una de sus facetas físicas, químicas, biológicas y geológicas—, porque cada una de ellas afecta a las demás, todas están interrelacionadas. Tratar de comprender el agua analizando sus aspectos es como intentar formar una imagen con fragmentos sin tener ni idea de la figura global.
Algunas culturas anteriores a la nuestra parecen haber comprendido el agua mucho mejor que nosotros en la actualidad. El agua pura, por ejemplo, siempre ha sido considerada un tesoro: los antiguos chinos guardaban el agua de los glaciares en jarrones de jade; los incas y los aztecas ponían el agua en jarras de obsidiana; los médicos brujos de África utilizaban cristales de cuarzo.
Actualmente, la ciencia moderna reconoce que los minerales de estos contenedores afectan al agua porque sus grandes concentraciones de sílice permiten que conserve su estructura e impiden que se contamine o debilite. Pero los pueblos antiguos no tenían que analizar el agua para conocer estas propiedades; ellos sabían que poner agua en ciertos recipientes la mantenía sana y pura. Sabían que el agua, que está en movimiento constante, afecta y es afectada por todo lo que se mueve a su alrededor. No necesitaban herramientas científicas para reconocer que el agua recoge, almacena y transfiere información o energía física y vibracional en su movimiento.
Si lanzas un palo a un estanque de aguas tranquilas, si se posa un insecto, si un pez asoma la cabeza o se sumerge un pato, la superficie del agua se altera momentáneamente. Aparecerán una serie de ondas que se irán expandiendo, estando más definidas en el centro y difuminándose a medida que se alejen hasta desaparecer. Las ondas son vibraciones que resuenan a distintas frecuencias dentro de la masa de agua y transportan mensajes desde el punto de la alteración hacia la totalidad mayor. Son canales de energía que cambian la cualidad energética del agua que las rodea.
Todo esto resulta obvio cuando lo vemos ocurrir; sin embargo, en el amanecer del tercer milenio, pretendemos que el papel del agua como canal de información vibracional es algo reciente y no un descubrimiento muy antiguo. Estamos empezando a ver la vida como el resultado de ciertas vibraciones asociadas con fenómenos de resonancia y campos magnéticos. El agua es el canal que permite la transmisión de información vital en cada intercambio celular y extracelular. En este siglo, el agua podría volver a ser uno de los mejores «remedios universales». Pero para redescubrir su potencial curativo tenemos que tratar de comprenderla.
El agua en la antigüedad
El agua era esencial dentro de la filosofía médica clásica del antiguo Egipto, de India y China, así como de Asiria y Grecia, todas ellas culturas que vinculaban al individuo con el cosmos, viendo su interrelación y mutuo reflejo. En la tradición china, el agua es la clave de los cinco elementos: la madera se crea del agua, que favorece el crecimiento de la materia vegetal; el fuego es avivado por la madera; la tierra procede del fuego; el metal procede de la tierra; y el agua surge del metal (condensación). Se consideraba que el agua vinculaba los cinco niveles de la existencia humana: físico, vital energético, emocional, mental y espiritual. El agua nos afecta físicamente, emocional y mentalmente; es el fluido vital que permite el libre flujo de las energías. Sin agua sana, no podemos estar sanos.
El más elevado de los elementos
Los antiguos griegos veneraban el agua como medio y posibilidad de todo cambio elemental, el más elevado de los cuatro elementos con los que se creó el mundo. El agua era crucial en los sistemas mágicos y alquímicos, cuyos elementos principales eran el fuego y el agua. El fuego no se percibía como la llama tangible, sino como algo más sutil, algo parecido a la electricidad. La forma densa del agua física está representada por los ríos, arroyos y océanos; pero en la alquimia, la forma sutil del agua es el magnetismo. Actualmente estamos empezando a reconocer la importancia de la electricidad y del magnetismo para la salud, algo que los antiguos sistemas de conocimiento simplemente sabían. Y estamos empezando a aprender —o reaprender- el papel del agua en la transmisión del electromagnetismo.
Nuestra desconexión del mundo que nos rodea ha sido un proceso gradual a lo largo de los siglos. Una devoción cada vez mayor a cierto tipo de racionalidad nos ha hecho sospechar del reino religioso o espiritual, y desconfiar de cualquier cosa que no pudiera probarse aplicando las leyes científicas lineales.
Para aquellos que aún están limitados por la necesidad de probarlo todo científicamente, uno de los logros más apasionantes de la ciencia moderna de finales del siglo XX es su capacidad de explicar los poderosos efectos de las antiguas prácticas. La ciencia empieza a reconocer niveles de energía más sutiles, como los campos electromagnéticos que nos rodean, las frecuencias energéticas que recorren nuestros cuerpos y las vibraciones que afectan a nuestros procesos vitales. De la misma forma que las vidas pasadas del agua afectan a su vida actual, las antiguas interpretaciones de los poderes del agua a menudo nos ofrecen claves para comprenderla en el presente.
El agua es un espejo de la sociedad, refleja todo lo que ponemos en ella. En este momento, el agua de Gaia refleja muchas veces una sociedad enferma, contaminada y degradada por nuestras acciones. Pero podemos cambiar este reflejo. Este artículo es una invitación a recuperar la magia del agua y de la vida. Si apreciamos el agua y la tratamos adecuadamente, el resultado inevitable será la salud.
Propiedades del agua
El movimiento es uno de los factores que más afectan a la energía del agua, siendo la temperatura el otro. La inercia termal es una propiedad del agua por la que su temperatura apenas varía ante pequeños cambios en la temperatura ambiente. Pero pequeños cambios en la temperatura del agua pueden conllevar cambios drásticos en su forma de comportarse. Un cambio de una décima en la temperatura de nuestro cuerpo puede afectar seriamente a su comportamiento e indicar el principio de una enfermedad; asimismo una pequeña diferencia en la temperatura del agua puede tener consecuencias muy importantes sobre su salud y vitalidad. El agua es, literal y figurativamente, la sangre de la Tierra.
El agua fresca es la que se mueve más rápido y llega a su punto de máxima densidad justo antes de empezar a congelarse. El agua está en perpetuo cambio; cambia, por ejemplo, al pasar de un valle cálido y soleado a una zona boscosa y umbría. El agua más energética es la que procede de fuentes frescas y sombrías. La temperatura en el centro de un vórtice es más fría que en su parte externa: el agua fresca es la más viva y receptiva para captar y trasmitir información a la masa líquida que la rodea.
No podemos separar las características físicas y sutiles del agua. Todas ellas son parte integrante de su fuerza de vida. Al agua le afecta la información física. El movimiento y el ritmo que dan al agua su energía le permiten transportar información en forma de materia física y vibraciones de los reinos físico y magnético. Todas sus características son relevantes y están interrelacionadas. Cuando entendemos la naturaleza del agua, nos damos cuenta de la enorme importancia de beber agua de calidad que pueda recibir y transmitir información física y energética a nuestro cuerpo para mantenerlo sano.
Fuentes de agua sana
El agua sana necesita una serie de sales minerales y elementos residuales tanto para mantenerse sana como para nutrir el cuerpo humano con su composición química y eléctrica. El agua potable desmineralizada puede producir problemas de salud; el agua potable con un exceso de minerales también puede causarnos problemas. Todos necesitamos abastecernos de agua sana y equilibrada.
La calidad del agua depende de diversos factores, en particular de en qué punto de su ciclo la utilizamos. La mayor parte del agua que empleamos puede clasificarse en seis tipos: agua destilada, agua de lluvia, agua juvenil, agua de superficie, agua del subsuelo y agua de manantial. El agua marina, que forma el 97% de toda el agua terrestre, no puede emplearse de manera inmediata en los aparatos domésticos (aunque las plantas de destilación pueden ayudar a algunos países con problemas de abastecimiento).
El agua destilada es el «agua pura» de los científicos. No se encuentra en la naturaleza y no contiene ningún material disuelto. Es la base de los remedios homeopáticos ya que es sólo agua, sin ningún añadido. Su pureza indica que tomará todo lo que tenga a su alcance, y tratará de absorber nutrientes y minerales allí donde los encuentre. No es muy buena idea beberla en grandes cantidades porque puede extraer de tu cuerpo algunos nutrientes vitales, residuos minerales y otros elementos. Puede utilizarse ocasionalmente como purgante para eliminar el exceso de toxinas corporales.
Al agua destilada a veces se le denomina «inmadura», ya que carece de las energías sutiles que aportan e imparten salud: no tiene historia, ni recuerdos de glaciares, lagos rocosos, rápidos y cascadas, meandros, minerales terrestres, luz solar o lugares sombríos, o cualquier otra influencia que pueda afectar a su salud.
El agua de lluvia es otra agua inmadura, inadecuada como agua potable a largo plazo, aunque es preferible al agua destilada porque contiene algunos minerales absorbidos de los gases atmosféricos y partículas. El agua de lluvia no tiene vida al caer al suelo, pero enseguida empieza a gotear en movimientos espirales alrededor de las rocas subterráneas y se va encontrando gradualmente con una temperatura cada vez mayor al profundizar en la tierra; en algún momento comienza a filtrarse hacia arriba, siempre en espiral, reuniendo iones minerales y fuerza de vida hasta que encuentra la luz. El agua de lluvia puede llegar a ser bastante tóxica: todos hemos oído hablar de la lluvia ácida, en la que el agua capta los contaminantes químicos nocivos del aire y los distribuye, pero su falta de vida y de energía vital es todavía más crucial.
El agua juvenil emerge de las capas profundas del subsuelo, quizá en forma de géisers. No ha madurado atravesando el suelo y carece de los minerales que dan calidad al agua potable.
El agua superficial corre por la superficie y acaba siendo almacenada en pantanos y presas; contiene algunos minerales y sales que ha acumulado en su contacto con el suelo o que ha atrapado en la atmósfera. Suele ser de mala calidad, en parte porque el agua se deteriora cuando se almacena en reposo y queda expuesta a la oxigenación del aire y a los rayos del Sol. El agua de superficie también suele verse afectada negativamente por la deforestación y el excesivo desarrollo urbano; ambas circunstancias alteran los patrones y ritmos de los cursos de agua; el agua corre por las superficies compactas y deforestadas sin seguir su patrón preferido de fluir suavemente, lo que le permite recoger y almacenar informaciones físicas y de otro tipo por el camino. La mayor parte del agua potable es agua superficial o agua del subsuelo.
El agua del subsuelo suele ser mejor para beber porque viene de las capas profundas del subsuelo, llega a la superficie a través de diversos pasadizos y corrientes subterráneas, va madurando a medida que viaja y contiene residuos de muchos elementos. Actualmente parte del agua del subsuelo puede estar contaminada por restos de productos químicos.

El agua de manantial es la de mayor calidad, particularmente si mana de manantiales de montaña. La mejor agua de manantial tiene un color azulado y emite destellos; contiene muchos minerales disueltos, tiene un sabor delicioso y es muy saludable. Si te abasteces de agua en un manantial, asegúrate de hacer un seguimiento regular del nivel de contaminación que pueda tener a causa de las prácticas agrícolas modernas.s del agua

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